sábado, 31 de octubre de 2009

Libertad en Kentish Town

A las 11 de la mañana salía de casa de Adrian dirección Nothing Hill. Allí me esperaba el Hostel 63, un magnífico lugar donde pasar la siguiente semana acompañado de 7 compañeros de cuarto por un módico precio de 68 pounds.

Una vez llegué a Prince Square pasé unos minutos mientras encontraba el Hostel. En el momento que estaba justo en la puerta mi móvil empezó a sonar. Era una chica que me preguntaba si aún seguía buscando habitación, por lo visto había visto mi anuncio en Gumtree y, aunque nunca antes había cogido un chico, le parecía que encajaba muy bien con el tipo de persona que estaba buscando. Le pregunté que cuando podía ir a verlo, que en esos momentos estaba literalmente en la puerta de un Hostel para pasar la próxima semana. Ella me decía que no, que no entrara en el Hostel que iba a pagar mucho dinero por nada, que la habitación estaba muy bien, que la primera persona que la viera se la quedaba, que fuera a verla ahora. Le decía que tenía que entrar a las 2 pm a trabajar y que no salía hasta la 12 de la noche, que tenía que dormir en algún lado.

“No te preocupes -me decía- puedes dormir en el sofá cama del salón y dejar tus cosas aquí”.

La verdad es que todo sonaba muy bien, el precio encajaba perfectamente con lo que buscaba, la zona no me parecía mal y la chica era muy simpática por teléfono.  Me indicó que metro tenía que coger para llegar a su casa, y que nos veríamos  en 30-40 minutos.

Eran las 12, faltaban 2 horas para que empezara mi turno en el restaurante, sin duda iba a llegar tarde a trabajar, así que llamé al trabajo para decir que me retrasaba, que llegaría entre las 2 y media y las 3, que había tenido problemas con el metro para llegar al nuevo hostal. Me dijo la encargada que no había ningún problema, que no me preocupase, me esperaban a las 3 pm y me dio las gracias por avisar.

De nuevo dirección al metro, cargado con todas mis maletas, sudando a más no poder de camino a Kentish Town.

Cuando llegué llamé a la chica y me fue indicando como llegar al piso. Después de unos 30 minutos conseguí encontrarlo y llegue al edificio. Piso 22.

Me abre la puerta y conozco a la chica. En un primer momento pensé que era hindú o musulmana, parecía muy agradable. Nos sentamos en el salón y le pedí que por favor me diera un vaso de agua, ella además me ofreció papel para secarme los goterones de sudor que llevaba.

Sentados en el sofá me vuelve a contar lo que me dijo por teléfono un poco más detalladamente. Ella tenía 25 años era Business Development y el piso era suyo. Había estado viviendo allí los últimos 4-6 años y ahora lo dejaba para irse a Luton. Me explicaba que había otras dos chicas viviendo en el piso y que si estaba de acuerdo en vivir allí no había ningún problema. Perfecto pensé. Y fue entonces cuando me dijo que era musulmana y que había una serie de cosas que le pedía a la gente que vivía allí. Fue entonces cuando empecé a temerme lo peor. Ella me explicó que la gente que viviera en el piso  no podía introducir alcohol y que tampoco podía haber nada de cerdo en el piso…

Fuero unos 10 segundos de silencio en los que estoy seguro que me cambió la cara por completo pues ya me suponía todo lo que iba a significar eso. Con mi magnífico inglés le dije que ya había tenido una situación parecida en la que un vegetariano me decía que podía vivir en su casa pero que, aunque podía pedir carne y comerla, no podría cocinar carne en su casa. Al igual que al chico vegetariano le dije que respetaba su forma de pensar y/o sus costumbres, pero que buscaba un piso en el que si pagaba un alquiler por vivir allí esperaba poder cocinar y comer lo que me apeteciera.

Sinceramente creo que mi cara en esos momentos tenía que ser un poema, porque sabía lo que iba a pasar después.

La chica me daba las gracias por ser directo y decirle sinceramente lo que opinaba y pensaba. Ella decía que las otras chicas que vivían allí no eran musulmanas y no les importaba no comer cerdo ni beber alcohol en casa. Le pregunté:

“Por curiosidad ¿cómo vas a hacer para controlar que no se bebe alcohol ni se come cerdo en tu casa mientras tu no estas?

Me respondió que confiaba en la palabra de las chicas.

Ya estaba claro que ese no iba a ser mi piso, pero ahora tenía un problema con el trabajo. Le comenté que llevaba trabajando 4 días en un restaurante y que iba a llegar tarde al trabajo, que no podía llevarme las maletas al trabajo por que no había sitio en el restaurante para dejar todas mis cosas. Le dije que le hubiera agradecido que me hubiera dicho por teléfono (al igual que me dijo que el primero que viera la habitación se la quedaba) cuales eran las reglas para poder vivir en su piso. La chica argumentaba que no lo decía por que la gente no solía venir al ver el piso cuando le decía lo del alcohol y el cerdo. (¡!!¿?!!). Ella se disculpaba y me ofreció que podía dejar mis cosas en la casa y pasar una semana en ella mientras encontraba otro lugar donde quedarme, siempre que no bebiera alcohol en casa (fue raro, pero no dijo nada del cerdo). Yo le respondí que le daba las gracias por su oferta pero que por mi horario de trabajo llegaba tarde y no me parecía correcto molestar a las otras chicas durante una semana. Luego le dije que lo más divertido es que iba a perder el trabajo ya que iba a llegar tarde y era mi cuarto día de trabajo.

“Yo llamo a tu trabajo y le explico lo que ha pasado”.

Me imaginaba la conversación:

“Hola, soy Narasa, mira que soy una chica que tiene un piso en Kentish Town y al que Javi ha estado apunto de entrar. Lo que pasa es que como bebe alcohol y come cerdo al final no lo ha conseguido y es por eso que va a llegar tarde”.

Le agradecí el detalle, pero le dije que era yo quien tenía que solucionar mis problemas en el trabajo y que no me parecía correcto que fuera ella quien hablara con mi jefa.

Total, que le dije:

“Sinceramente, sin querer molestarte, gracias por nada”.

Me acompañó hasta la puerta, no paraba de decirme que lo sentía mucho. Yo no pude perder la oportunidad de preguntarle:

“Perdona una última pregunta, ¿conoces algún sitio por aquí cerca donde pueda comprar alcohol?... es una broma lo siento, a veces soy un poco sarcástico”

Llamé al restaurante antes de mi hora de entrada, les dije que estaba puteado, que no iba a poder ir a trabajar, había tenido unos problemas buscando piso y tenía que ir ahora a un hostal a soltar mis maletas. Hablé con una compañera, no con la encargada.


Sinceramente lo que más me ha molestado de esto ha sido las costumbres o creencias de la chica. Esta muy bien que decidas no tomar cerdo, que no quieras beber alcohol, pero porqué has de imponérselo a otras personas¿?. Evidentemente es su piso y yo contra eso no puedo hacer nada, pero lo que realmente me preocupa es que esa chica se queda tranquila estando fuera de su casa y sabiendo que la gente que vive en ella le ha dicho que no va a beber alcohol ni va a comer cerdo, eso le tranquiliza.

31 de Octubre, como no iba a ser este día. Grandes acontecimientos me han ocurrido en esta fecha tan señalada que han acabado en otros no menos interesantes momentos de mi vida. Este año, he perdido el trabajo, empiezo mi aventura personal en Londres y todo comienza de nuevo. No se que pasará, la verdad no tengo miedo, me encuentro como liberado. Ha sido muy difícil compaginar el trabajo con la búsqueda de piso. Después de casi un mes en Londres estoy casi igual que al principio que llegué, pero no me desanimo, no hay nada como volver a empezar.



Desde Kentish Town y con la total libertad que me brinda esta nueva oportunidad, me despido mientras me tomo un magnífico café mirando a la Meca.

2 comentarios:

  1. Javi estoy preocupado. No me entero de en que situacion estas . ¿No puedes recuperar el Hostel?. ¿Te han despedido del restaurante?
    ¿donde duermes hoy?

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  2. toi bien, toi vivoooooooooooo jeje.

    Todo va bien por aki

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